
Catequesis Misionera
LAS ACTITUDES DEL CATEQUISTA MISIONERO
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“Cercanía,
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apertura al diálogo,
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paciencia,
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acogida cordial que no condena.” (EG 165)
LA CATEQUESIS MISIONERA
Ha comenzado una etapa histórica nueva para nuestra Iglesia. Finalizó un ciclo cultural en el que la fe cristiana se vivía, se enseñaba y se transmitía de una forma casi espontánea. Entramos, pues, en una nueva comprensión, lejos del supuesto de una sociedad enteramente cristiana donde la fe puede seguir transmitiéndose por ósmosis sociológica. En este contexto cabe preguntarse cuál es el cambio paradigmático que debe experimentar la catequesis en Latinoamérica. Estamos ante un reto pastoral positivo y creativo. Proponemos dar un giro histórico en el modelo de transmisión de la fe y planteamos la necesidad de explicitar un nuevo paradigma catequético.
Una pregunta, entre muchas, resuena con fuerza en nuestra experiencia de catequistas latinoamericanos: ¿cuál es la conversión que hoy debe hacer la catequesis para suscitar la respuesta de la fe en los hombres y mujeres que habitan nuestro Continente? Tierra poblada, al mismo tiempo, por paradojas y contrastes, utopías e ideales, exclusión y promoción, desánimo y esperanza.
En la exhortación apostólica EG (Evangelii Gaudium) el Papa Francisco nos propone una catequesis kerigmática o misionera. Afirma que "el kerigma es trinitario. Es el fuego del Espíritu que se dona en forma de lenguas y nos hace creer en Jesucristo, que con su muerte y resurrección nos revela y nos comunica la misericordia infinita del Padre. En la boca del catequista vuelve a resonar siempre el primer anuncio: Jesucristo te ama, dio su vida para salvarte, y ahora está vivo a tu lado cada día, para iluminarte, para fortalecerte, para liberarte. Cuando a este primer anuncio se lo llama 'primero', eso no significa que está al comienzo y después se olvida o se reemplaza por otros contenidos que lo superan. Es el primero en un sentido cualitativo, porque es el anuncio principal, ése que siempre hay que volver a escuchar de diversas maneras y ése que siempre hay que volver a anunciar de una forma o de otra a lo largo de la catequesis, en todas sus etapas y momentos."[1Cfr. EG 164].
La cuestión del primer anuncio
Ha sido presentada, generalmente, en un sentido amplio (todo anuncio es primer anuncio) o en un sentido estricto (sólo es primer anuncio la proclamación breve y kerigmática de la Persona de Cristo a quien no lo conoce). En este sentido, André Fossion propone evitar cualquiera de los dos sentidos reduccionistas, manifestando que “el primer anuncio designa los enunciados de la fe bajo formas variables, que favorecen o hacen posible los primeros pasos para aquéllos que están lejos de la fe o que se han alejado de la fe en un contexto determinado”. (André Fossion durante el Congreso del Equipo Europeo de catequesis, Lisboa, 2008)
En esta definición destacamos estos elementos:
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Es el primer paso, el comienzo de la fe para algunos y el primer paso para recomenzar su vida de fe para otros.
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Hay, en el primer anuncio, diversos enunciados de la fe (pluriformidad de los anuncios).
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El primer anuncio tiene algo de “inesperado”. No hay un solo camino para él y no se trata de un camino que deben recorrer sólo los que se han alejado de la fe. En muchas ocasiones, los que se han alejado de la fe no están lejos del Reino de Dios.
Para profundizar en la definición que él ha propuesto, André Fossion señala algunas preguntas que ayudan a comprender la entidad del primer anuncio:
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¿Cómo? Dijimos antes que no hay un solo camino. Por el contrario, hay pluralidad de formas: el testimonio, el anuncio breve, el catecismo, lo dialógico y lo apologético, la liturgia, las formas culturales…
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¿Para quién? Para los que no conocen al Cristo de la fe. También para los que se han alejado de la fe por diversas razones. Todos ellos necesitan una escucha primera, dejarse evangelizar, dejarse enseñar, dejarse acompañar. Todos tenemos algún tipo de representación de la fe, a veces muy implícita. Otras veces, sólo hace falta quitar los obstáculos para que esa fe se haga explícita y se “personalice”, asumiendo el estilo, las formas de expresión, la sensibilidad, los rasgos propios de la persona que cree.
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¿Por quién? Aquí tratamos de definir al agente del primer anuncio. Es verdad que hay personas que son testimonio por sí solas, en la coherencia de una palabra que da cuenta de su fe y de una vida que da cuenta de su palabra. Muchas veces, la palabra individual no alcanza. El verdadero agente del primer anuncio es la comunidad creyente que vive aquello mismo que anuncia.
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¿Dónde? El lugar privilegiado es la cultura, el tiempo que vivimos, los lugares en los que la gente está. Por eso, el primer anuncio nos pide que salgamos, que vayamos al encuentro de los que viven, estudian, trabajan, sufren y se divierten en los diversos espacios que esta cultura alberga. Al mismo tiempo, la Iglesia debe ser “permeable”, dejarse penetrar y dejarse habitar, para que ella sea lugar de acogida y de encuentro.
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¿Qué decir? El primer anuncio tiene un contenido fuertemente cristológico. Se trata de una realidad compleja y profunda, difícil de abarcar y de explicitar en toda su integridad y potencialidad reveladora. Se trata, nada más y nada menos, que de la encarnación, muerte y resurrección de Jesús: Dios mismo que se humilla, se abaja y se hace cercano al hombre para elevarlo y hacer resplandecer en él su incomparable naturaleza y dignidad: ser hijo en el Hijo. El primer anuncio es un anuncio cristológico e implica, por lo tanto, el encuentro con la persona de Jesús.
Enzo Biemmi, por su parte, desarrolla el concepto de “segundo primer anuncio”, refiriéndolo a quienes ya han experimentado alguna etapa del proceso evangelizador. Se trata de propuestas que reconducen a la fe a quienes, por alguna razón, se han alejado o no han completado su proceso de iniciación cristiana.
EL SEGUNDO PRIMER ANUNCIO
El segundo primer anuncio incluye propuestas que reconducen a la fe a quienes, por alguna razón, se han alejado o no han completado su proceso de Iniciación Cristiana. Siguiendo a Francisco Jalics, podemos decir que las personas tenemos distintas “edades de la fe”: los no bautizados,los que no han finalizado su iniciación cristiana, los adultos que tienen una fe infantil o casi olvidada, las personas creyentes que necesitan redescubrir con renovado asombro el corazón profundo del Evangelio, los que se han alejado de la Iglesia.
Entender desde este lugar el segundo anuncio nos ayuda a abordar a las personas de manera adecuada, sabiendo que ellos no son una tábula rasa y que poseen una historia de vida y unas experiencias que hoy debemos dejar salir y considerar, para que nuestros interlocutores puedan reelaborarlas. La expresión de segundo anuncio evita confusiones, responde a una variedad de interlocutores que no completaron su iniciación o que se retiraron de la Iglesia por olvido, descuido, hostilidad y por influencias de otras culturas y religiones.
En la exhortación apostólica EG el Papa Francisco se refiere al kerigma y a una catequesis kerigmática o misionera. Afirma que “el kerygma es trinitario. Es el fuego del Espíritu que se dona en forma de lenguas y nos hace creer en Jesucristo, que con su muerte y resurrección nos revela y nos comunica la misericordia infinita del Padre. En la boca del catequista vuelve a resonar siempre el primer anuncio: Jesucristo te ama, dio su vida para salvarte, y ahora está vivo a tu lado cada día, para iluminarte, para fortalecerte, para liberarte. Cuando a este primer anuncio se le llama ‘primero’, eso no significa que está al comienzo y después se olvida o se reemplaza por otros contenidos que lo superan. Es el primero en un sentido cualitativo, porque es el anuncio principal, ése que siempre hay que volver a escuchar de diversas maneras y ése que siempre hay que volver a anunciar de una forma o de otra a lo largo de la catequesis, en todas sus etapas y momentos” (Cfr. EG 164)
DESAFÍOS PARA CATEQUISTAS MISIONEROS
EN UNA IGLESIA MISIONERA
Con la propuesta de la fe también se nos propone un cristianismo en condición continua de diálogo y, a la vez, de revaloración y profundización de sus notas más esenciales. En palabras de los Obispos franceses podemos decir que se trata de ir “al corazón de la fe” y, citando a los Obispos alemanes, afirmamos que se trata de una “elementarización de la fe”.
Lejos de cualquier hegemonía o forma de control social, la propuesta cristiana se halla convocada a expresar, permanentemente, su validez y credibilidad. Este cristianismo está llamado, además, a entablar una nueva relación con la cultura. Relación que lo lleve a “una seria reformulación de la fe, a una valiente revisión del mensaje moral y a un esfuerzo de discernimiento y revitalización de las tradiciones cristianas.” (Emilio Alberich, 2007). Con nuestros Obispos latinoamericanos reunidos en Aparecida manifestamos que “la Iglesia está llamada a repensar profundamente y a relanzar, con fidelidad y audacia, su misión en las nuevas circunstancias latinoamericanas y mundiales. No puede replegarse frente a quienes sólo ven confusión, peligros y amenazas.” (DA 11) En la tensión dinámica comunidad – misión que brota de la Trinidad: “La comunión es misionera y la misión es para la comunión.”(ChL 32) Se trata de una Iglesia capaz de superar el “eclesiocentrismo”, para hacerse servidora de toda la humanidad. Se trata de una Iglesia “reinocéntrica” que se propone una acción pastoral global misionera, con un potencial centrífugo que la pone siempre en estado de misión, búsqueda, diálogo y recepción.
LAS NOTAS DEL ANUNCIO KERIGMÁTICO
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Valora e invita a valorar la novedad de la fe y la experiencia cristiana;
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expresa la profesión de fe del catequista que, en un lenguaje existencial, interpela libre y consciente respuesta de fe del catequizando;
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implica el paso de la fe supuesta a la fe propuesta;
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no se limita a nutrir una fe ya en acto, sino que trata siempre, incluso después de la conversión inicial, de provocar el encuentro con el Señor Jesús como Buena Noticia que cambia el orden de prioridades en la propia vida;
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llama a recibir el don de Dios en condiciones nuevas y a reencontrar contemporáneamente el gesto inicial de la evangelización: el de la propuesta sencilla y decidida por el Evangelio de Cristo;
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es también una catequesis de la segunda escucha, en la cual el Evangelio, propuesto como don que no obliga, hace superar el acostumbramiento y ayuda a crecer en la fe, desde la interioridad más profunda de la persona, que da y reitera una y otra vez su “sí” a Dios;
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convoca a una pertenencia aceptada y a una participación elegidas y no cuestionadas, fundadas en una decisión consciente que se desarrolla gradualmente;
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no hay imposición externa, sino un proponer que invita a realizar el descubrimiento de la novedad atrayente y convocante del Evangelio;
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presenta la fe como un descubrimiento a realizar y una búsqueda a emprender, al estilo de la invitación que Jesús hizo a sus primeros discípulos: “Vengan y vean”; (Jn. 1, 39)
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“expresa el amor salvífico de Dios previo a la obligación moral y religiosa;
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no impone la verdad y apela a la libertad;
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posee unas notas de alegría, estímulo, vitalidad;
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tiene una integralidad armoniosa que no reduce la predicación a unas pocas doctrinas a veces más filosóficas que evangélicas.”(EG 165)
