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EN LA VIDA MISMA...

 

     Cuando me pongo a pensar en la pedagogía de Dios no puedo dejar de pensar en todas las personas con quienes hemos recorrido juntos un trecho de nuestras vidas, sin dejar de pensar también en mi propia historia... Hemos mirado juntos la manera en que Dios se nos va revelando, su modo de enseñarnos su Verdad, de mostrarnos su Camino, de comunicarnos su Vida.  Experimentar a Dios que se hace cercano, sus gestos de amor, su constante invitación y paciente espera; su caminar junto a nosotros, sus palabras tocando nuestros corazones, su manera de permanecer en lo más profundo de nuestro ser y desde ahí ofrecernos su salvación...

     La pedagogía de Dios antes de ser una materia del seminario catequístico es una experiencia.  El gran pedagogo nos ayuda a crecer, nos educa, graba en nuestros corazones, en nuestra experiencia de fe lo que más adelante profundizaríamos en el seminario catequístico.

     Seguramente para muchos de nosotros, catequistas, la pedagogía de Dios es la  fuente inagotable de aprendizaje, el lugar de la confrontación de nuestro ser y hacer de catequistas... ¡Cuántas veces hemos detenido nuestra mirada en su pedagogía!  Y ha sido y es la pedagogía de Dios, quién sostiene nuestros momentos de incertidumbres, cuando no sabemos que hacer o qué decir o de que modo actuar...  Y en más de una oportunidad hemos escuchado aquella pregunta repitiéndose en nuestro interior como un eco: ¿qué haría Dios Padre o Jesús en una circunstancia como ésta?  Pregunta que nos conduce al silencio de la oración, que nos ayuda a mirar a las personas, a los hechos desde otro lugar, desde Dios.   Silencio que nos permite descubrir esos signos de los tiempos que en la maraña del quehacer cotidiano se nos escapan...

 

LA PEDAGOGÍA DE DIOS

 

La pedagogía de Dios se va haciendo carne en nosotros, y por eso es bueno volver a contemplar una y otra vez el texto de Oseas y así maravillarnos ante su forma de hacernos experimentar la paternidad de Dios:

 

“Fui yo quien enseñé a andar a Efraín,

y lo tomé en mis brazos...

con lazos de amor los atraía;

fui para ellos como quien levanta

un niño hasta sus mejillas

o se inclina hasta él para darle de comer.  

(Os.11, 3-4)

 

 

 

Enseñar a andar...

tomar entre nuestros brazos...

atraer con amor...

levantar como un niño hasta las mejillas...

inclinarse hasta él...

darle de comer...

 

   

 

   Estos gestos que el Padre realiza con cada uno de nosotros, son los que nos dicen como ser catequistas hoy.  Este es el gran don de Dios, esta es la manera en la que Él se nos da a conocer, ¡esta es su pedagogía!  Y para nosotros no hay otra.

    ¡Quién de nosotros podría acceder al conocimiento de Dios!  Nadie, ¡Es el Padre quién busca los caminos para darse a conocer!  ¡Todo es iniciativa de Dios!  ¡Es Él quien quiere hacerse visible en su Hijo para que nosotros podamos conocerlo!  Dios Padre quiere hacerse don, no quiere guardar nada para sí, sino que en su amor se entrega a todo hombre.   Él quiere revelarse a toda la humanidad para ofrecer a todos y a cada uno la Salvación. Él desea hacer su morada en el corazón de la historia, en el corazón de la humanidad, para que al conocerlo podamos amarle, gozar de su presencia, de su alegría y así llegar todos juntos a vivir eternamente en su compañía.

 

     Como hijos de Dios, como catequistas necesitamos contemplar la pedagogía de Dios ya que Dios quiere que nosotros llevemos la semilla de su Palabra, que anunciemos su Evangelio del mismo modo en que Él lo hizo con su Pueblo y como lo hizo con cada uno de sus hijos.

DIOS ES SIEMPRE EL QUE TOMA LA DELANTERA...

 

 

“Dispuso Dios en su sabiduría revelarse a Sí mismo y dar a conocer el misterio de su voluntad, mediante el cual los hombres, por medio de Cristo, Verbo encarnado, tienen acceso al Padre en el Espíritu Santo y se hacen consortes de la naturaleza divina. En consecuencia, por esta revelación, Dios invisible habla a los hombres como amigos, movido por su gran amor y mora con ellos, para invitarlos a la comunicación consigo y recibirlos en su compañía. Este plan de la revelación se realiza con hechos y palabras intrínsecamente conexos entre sí, de forma que las obras realizadas por Dios en la historia de la salvación manifiestan y confirman la doctrina y los hechos significados por las palabras, y las palabras, por su parte, proclaman las obras y esclarecen el misterio contenido en ellas. Pero la verdad íntima acerca de Dios y acerca de la salvación humana se nos manifiesta por la revelación en Cristo, que es a un tiempo mediador y plenitud de toda la revelación.”  (D.V.2)

LA PEDAGOGÍA DE DIOS

En el documento del DECAT “La Catequesis en América Latina, Orientaciones comunes a la luz del Directorio General para la Catequesis” nos ayuda a sintetizar la pedagogía de Dios:

146 ...Esto podría llamarse el alma de la pedagogía divina. Amor que humaniza y dignifica;  que hermana y promueve; amor que personaliza y orienta las mejores energías espirituales en el sentido de la vocación personal y comunitaria, que cada uno posee en el designio de Dios.

Amor que convoca e integra grupos, comunidades y pueblos. Amor que corrige, cuando es necesario; amor, en fin, que es ternura y servicio.

Así, esta pedagogía se caracteriza por ser un diálogo de amor eterno (cf, Is 54,8) y una enseñanza que alcanza a cada uno al interno de su comunidad:  (cf. Sal 71,17; Jr 32,30-33). Es una enseñanza que tiene como base el pleno respeto de la libertad de las personas y de los pueblos, su activa participación y su apertura de corazón (cf. Sal 25, 4).

En el documento del DECAT “La Catequesis en América Latina, Orientaciones comunes a la luz del Directorio General para la Catequesis” nos ayuda a sintetizar la pedagogía de Dios:

     Catequistas ¡qué no se nos escape esta centralidad de la pedagogía de Dios!  ¡Queremos vivir esta Verdad que se nos entrega!  ¡Deseamos ser fieles a este diálogo de amor eterno!  ¡Queremos evangelizar sin apartarnos de la pedagogía que Dios ha elegido para revelarse a la humanidad! 

 

     Leamos juntos estos puntos del documento que nos ayuda a mirarnos desde la pedagogía de Dios.  Leamos en clave de confrontación, de ponernos frente a la palabra que nos conduce a una revisión de nuestro ser y hacer de catequistas.  Leamos con deseos de renovar nuestro andar, de fortalecer nuestra misión, de enriquecerla.  Vayamos al encuentro de los textos en clave de oración, de escucha, de diálogo con el Amigo que quiere decirnos una palabra a todos los catequistas...

147. Al mirar la conducta pedagógica de Dios con Israel se destaca el hecho de que su proceder arraiga siempre en la vida concreta de las personas.  Su pedagogía parte siempre de la realidad de las personas, aceptándolas, respetándolas en la originalidad de su vocación particular, o cuestionándolas e interpelándolas en orden a la conversión.  La experiencia humana, que es el lugar privilegiado de la Revelación de Dios, constituye el medio natural en donde la fe y la vida humana se integran

Catequistas que vivimos y anunciamos la Buena Nueva desde la pedagogía de Dios

 

 ...partimos de la realidad de las personas...

 ...las aceptamos, las respetamos...

 ...cuestionamos e interpelamos buscando la conversión...

 ...contemplamos la experiencia humana como lugar de Revelación...

 ...buscamos que la fe y la vida se integren...

148. He escuchado el clamor de mi pueblo (Ex 3,9). Después de su escucha  amorosa, Dios habla. Su palabra es portadora de esperanza y respuesta amorosa a la urgencia de la salvación. Dios rompe su silencio para dar a entender que su palabra no tiene otra finalidad que la de levantar al ser humano, para devolverle su dignidad y hacerlo capaz de dialogar con Él.

Catequistas que vivimos y anunciamos la Buena Nueva desde la pedagogía de Dios

 

             ...escuchamos el clamor del pueblo...

             ...escuchamos y después hablamos...

             ...llevamos una palabra llena de esperanza...

             ...damos una respuesta amorosa...

             ...levantamos al ser humano...

             ...le devolvemos la dignidad...

             ...dialogamos con él...

149. Cuando Dios habla, lo hace con signos inteligibles y creíbles. Signos que son palabras o acontecimientos ligados a su propósito de salvación.  Dios se dirige a su pueblo y lo hace por medio de personas: el padre de familia, los profetas, los sacerdotes, los sabios de Israel, verdaderos docentes (cf. EcI12,9) y finalmente por medio de su Hijo (cf. Hb 1,1).

Signos que puede comprender el interlocutor de Dios, que estén a su alcance, para que conozca sin equívocos lo que Dios quiere y espera de él, Su pedagogía adapta con solicitud su modo de hablar a nuestra condición terrena que se comunica mediante innumerables signos.

Catequistas que vivimos y anunciamos la Buena Nueva desde la pedagogía de Dios

 

             ...hablamos con signos inteligibles y creíbles...

             ...hablamos del propósito de Salvación de Dios...

             ...somos sus servidores...

             ...somos signo que puede comprender...

             ...damos a conocer sin equívocos lo que Dios quiere y espera...

             ...nos adaptamos...

             ...nos comunicamos...

 

150. La pedagogía de Dios es paciente con el ritmo y el proceso de cada uno, persona o comunidad, para llegar a la fe. Sabe guardar en la esperanza la hora que a cada uno se le ha dado para creer, sin violentarse ni usar violencia con nadie.  En la pedagogía divina sobresale la invitación de Dios para que el ser humano edifique su vida sobre la base de valores nuevos. Dios ve el mundo, la historia y el hombre, en relación con los valores que Él mismo ofrece para renovarlos y dignificarlos. La pedagogía divina ofrece ciertamente valores excelentes como fundamento de la vida, pero también entraña una serie de exigencias para aquellos que adoptan el seguimiento de Cristo como programa de vida.

Catequistas que vivimos y anunciamos la Buena Nueva desde la pedagogía de Dios

 

             ...somos pacientes con los ritmos y procesos...

             ...esperamos la hora que a cada uno se le ha dado para creer...

             ...no violentamos a nadie...

             ...invitamos...

             ...invitamos a edificar su vida con valores nuevos...

             ...miramos desde Dios, desde lo que ofrece...

             ...mostramos las exigencias de seguir a Cristo...   

 

151. Esta pedagogía pide que las personas actúen frente a Dios con entera libertad.  Toda actitud ha de ser resultado de opción libre; sólo en la libertad plena  tiene valor la adhesión al Señor, lejos de toda presión o avasallamiento que destruye lo más sagrado que hay en el hombre. El Dios libre, al llamar, quiere encontrarse con alguien libre al responder.  Sólo en el encuentro de libertades se puede gestar el diálogo de amor liberador.

Catequistas que vivimos y anunciamos la Buena Nueva desde la pedagogía de Dios

 

                  ...actuamos frente a Dios con entera libertad...           

...permitimos que actúen desde su opción libre...           

 ...sólo en la libertad plena...             

...dejamos que adhieran libremente al Señor...             

...sin presión, sin avasallamiento...             

...llamados por el Dios libre...           

 ...respondemos y dejamos responder desde la libertad             

...favorecemos el encuentro de libertades...             

...el diálogo de amor liberador... 

 

152. La pedagogía de Dios apela a lo mejor que hay en cada persona. No cesa de confiar en su capacidad para encontrar respuestas y rumbos, que lo lleven a realizar su destino en el mundo y en la historia. Lo considera capaz de asumir riesgos; lo ve con poder de hacer rupturas y acoger dolores; le reconoce suficiente capacidad para ser fiel. Y cuando alguien se resiste a creer, no lo desprecia ni lo humilla, porque las resistencias que surgen, a nadie quitan su dignidad humana ni el derecho que tiene a que se le respete.

Catequistas que vivimos y anunciamos la Buena Nueva desde la pedagogía de Dios

 

                   ...apelamos a lo mejor de cada persona...             

...no dejamos de confiar...             

...de encontrar respuestas y rumbos...             

...nos realizamos en el mundo y en la historia...             

...asumimos riesgos...             

...podemos hacer rupturas y acoger el dolor...             

...capaces de ser fieles...           

 ...si nos resistimos a creer, experimentamos su respeto

 

     La pedagogía del amor de Dios que hemos aprendido en nuestra propia experiencia de Dios es la que sostiene nuestra pedagogía de padres de familia, nuestra pedagogía de educadores, de catequistas... esta pedagogía de Dios se hace visible a través de nosotros, cada vez que salimos al encuentro de los otros.  Es verdad que podemos ser expertos en contenidos doctrinales, en experiencias de vida, en vivencias de fe... pero nada de esto será anuncio de la Verdad Revelada sino llega a los otros con la misma pedagogía que Dios eligió para darse a conocer.

      Pidamos juntos a Dios por todos nosotros para que el Señor nos ayude a ir convirtiéndonos a la luz de lo que estuvimos viendo.

 

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